Casi todos empezamos el año nuevo queriendo hacer grandes cambios en nuestras vidas. Prometiéndonos que este año va a ser diferente y que vamos a mejorar en diferentes aspectos. Esto es normal y es bueno. Parte de nuestro crecimiento como personas debe de ser tomar un tiempo para analizar donde estamos y a dónde queremos ir. Y eso conlleva ver las áreas de mejora y hacer estas tradicionales resoluciones de año nuevo.
Bien sean resoluciones de perder peso, de tener una mejor salud, de aprender algo nuevo, de tener mejores relaciones con la familia, amistades o incluso con Dios, hay una gran variedad de consejos que nos pueden ayudar a realizarlos. Muchos de estos consejos nos animan a:
- Tener metas que se puedan medir
- Encontrar una forma de medir el avance
- Asegurarnos que las metas son accesibles
- Asegurarnos que las metas son realísticas
- Señalar tiempos específicos para hacerlas
- Tener una persona que nos haga responsable
Estos consejos, entre otros muchos de ellos, están bien y pueden ayudar a mucha gente. Nosotros quizá diferimos un poco en lo que compartimos con los clientes que nos confían sus cambios.
Siempre decimos que el cambio es un proceso, no es algo inmediato e incluso no es una meta. El camino se hace al andar, nos aconseja el dicho, con pasos continuos. No es una cuestión de hacer grandes actos heroicos, de esperar los milagros, de buscar la pastillita mágica, sino de tomar los pasos necesarios y repetirlos continuamente hasta que se haga el camino. Lo que es más, estos pasos no necesitan ser grandes pasos, sino al contrario es mejor que sean pequeños para que no nos demos por vencidos sino que los hagamos continuamente, como forma de vida. Donde nace la disciplina.
Haz las cosas pequeñas pero con gran amor, decía la Beata Madre Teresa, haciendo eco de las palabras de Jesús que nos exhorta a ser fiel en lo pequeño para recibir lo grande al final del camino.
Ser fiel en los pasos pequeños dados a diario nos puede llevar a alcanzar la meta antes de lo que creemos posible. Aunque no quizá tan rápido como nos gustaría.
Así que hoy proponte hacer algo pequeño que puedas repetir día tras día con gran amor y que te abra camino hasta el cambio que deseas.
Quieres bajar de peso, no comas nada dulce en las mañanas, por ejemplo. Quieres tener mejor estado físico, más fuerza, empieza caminando 5 minutos al día. Quieres tener una relación mejor con Dios (y los demás), lee el Evangelio de cada día. Quieres amar más a tu familia, diles todas las mañanas que les quieres. Quieres sentirte mejor, sonríete al espejo cuando te limpias los dientes al despertar o al acostarte. Quieres tener más autoestima, busca la mentira detrás de tus pensamientos negativos. Y otros ejemplos que elijas. Todos los días la misma acción hasta que crezca.
Las cosas pequeñas hechas con gran amor se suman día tras días hasta que construyen el camino dorado de tu transfiguración.
Si necesitas ayuda para ver cuál es ese primer paso que necesitas dar o como sustentarlo, saca una cita y te podemos guiar en tu proceso a un nuevo ser en el nuevo año.
[…] nuestro artículo anterior presentábamos la importancia de que nuestras resoluciones de cambio de Año Nuevo sean guiadas por acciones pequeñas con gran amor. De esta forma es más seguro que las […]