En nuestro artículo anterior sobre el proceso de cambio hablábamos de las tres etapas: cambio de percepción, cambio de corazón y cambio de acción.

De esta forma es como se producen los cambios permanentes. Nuestras creencias dictan nuestros sentimientos y éstas a su vez nuestras acciones. Creer – querer – obedecer sería en el lenguaje de la fe.

Este proceso se da una vez que hemos establecido unas creencias positivas que nos lleven a un comportamiento positivo y saludable. Para ello debemos empezar por saber cuáles son las creencias actuales que tenemos y ver cómo cambiar las negativas, las que nos hacen actuar de una forma nociva que nos causa daño a nosotros mismos y a los que están a nuestro alrededor. En especial a nuestros seres queridos.

Proceso de Discernimiento smallEste Proceso de Discernimiento necesita tomar el camino al revés que el Proceso de Cambio. En vez de ser creencias-emociones-comportamiento empezaría por este último. Para llegar a descubrir las creencias erróneas, las mentiras que nos hemos creído debemos empezar con la forma en cómo nos comportamos, nuestras acciones.

Esto requiere un buen examen de conciencia. Ver a lo largo del día, u otro periodo que sea necesario, que es lo que hacemos que daña a los demás y a nosotros mismos. Cabe destacar que en vez de una acción, nuestro comportamiento puede ser también una inacción, lo que no hacemos cuando deberíamos hacer algo.

Al principio quizá no sea fácil ya que nuestra conciencia se va deformando poco a poco y quizá no siempre seamos conscientes de si nuestro comportamiento es dañino o no. Pero con la práctica, el deseo de hacerlo y la oración podemos ir descubriéndolo. Muchas veces recomendamos a las personas que ayudamos en nuestro Centro de Vidas Sanas a que lleven un diario donde todas las noches apunten sus acciones y como han afectado su vida y la de los demás. Poco a poco pueden ver un patrón y sobre todo acostumbrarse a examinar su vida.

Pero no se pueden quedar ahí nada más. Si uno se para en las acciones es muy posible llegar a un estado de negatividad y auto-castigo en el que solo vemos los que hacemos mal y poco a poco empezamos a sentirnos mal y creer que eso es todo lo que somos. Esto nos ha podido ocurrir a muchos de nosotros y demuestra el proceso trabajando negativamente para hacernos más daño aun.

Como en todo camino o proceso de poco sirve quedarnos parados en medio del camino. Recordar y analizar nuestras acciones es muy importante pero no es el objetivo final. Con ese conocimiento adquirido debemos buscar cuales son los sentimientos o emociones que rigen esas acciones.

Por ejemplo, cuando damos un abrazo a nuestros hijos el sentimiento presente que nos mueve a hacerlo puede ser el cariño o el orgullo por algo que han hecho. De la misma forma cuando les gritamos hay un sentimiento detrás de ello. Y generalmente no suele ser el contrario. Es decir, lo contrario de abrazarles que podría ser gritarles no implica un sentimiento contrario al amor que sería el odio. Puede ser el enojo o la decepción.

Nos sentimos enojados, nos sentimos decepcionados y actuamos negativamente gritando, dando golpes a las puertas, esperemos que se quede ahí. Lo mismo ocurre con otros comportamientos nocivos y dañinos. Parte del examen de conciencia es ver cómo nos sentíamos en ese momento. Muchas veces aconsejamos que primero pongan en el diario simplemente los comportamientos, acciones e inacciones. Esto es para acostumbrarse a usar esta herramienta, sin tener en cuenta todavía los sentimientos detrás de estos comportamientos. Una vez acostumbrados a ello, por ejemplo después de una semana de apuntarlo todos los días, pueden pasar a la segunda fase.

Como nota, también vemos que el simple hecho de apuntar nuestras acciones trae un cambio en sí. Cuando nos damos cuenta de lo que hacemos, si nuestra conciencia está formada, queremos mejorar y dejar de hacer lo que nos daña o daña a los demás.

En la segunda fase de cambio tenemos que analizar bien las acciones y conocernos. Al principio va a ser difícil e incluso doloroso. Lleva un poco de practica y de indagar durante el examen de conciencia como nos sentíamos en ese momento. Por eso recomendamos hacerlo durante un momento de oración y meditación. El Espíritu Santo nos puede guiar y también proteger del dolor que puede venir de volvernos a poner en una situación negativa.

journalingEste análisis de los sentimientos requiere un conocimiento y discernimiento de uno mismo, de cómo y que sentimos. Requiere también conocer cuáles son los sentimientos y emociones principales. Como toda practica adquirida se necesita un tiempo para aprender a hacerlo bien. Al final incluso puede convertirse en un hábito cuando lo hemos realizado durante un tiempo.

Cuando recapacitamos en nuestra acción vemos como nos sentíamos en ese momento. Que emoción afloraba principalmente. Si es una acción negativa generalmente el sentimiento va a ser negativo. Puede ser enojo, dolor, decepción, frustración, miedo.

Podemos llegar a analizar incluso como va creciendo ese sentimiento durante el evento en sí. Si pensamos en la situación como una película en cámara lenta vemos el aumento de la sensación hasta que explota en la acción. Así podemos ver como nuestro enojo va creciendo hasta no poder contenernos más y explotar.

También vamos a empezar a ver, si lo apuntamos en nuestro diario, las situaciones, personas o circunstancias que agravan estos sentimientos. Poco a poco quizá incluso encontremos un patrón. Ese patrón nos dirá que reaccionamos de una manera cuando nos sentimos de una forma en particular. Es muy necesario llegar a este punto para poder prever que en vez de reaccionar tenemos que responder.

Aun así como ya hemos empezado a aprender, tampoco nos podemos quedar en los sentimientos. Tenemos que indagar que creencias y pensamientos había detrás de ellos. Este es un paso que no es fácil para muchas personas y que requiere de un gran conocimiento de uno mismo y una gran humildad.

Implica darnos cuenta de nuestra fragilidad humana y de nuestra concupiscencia debido a nuestra naturaleza. Para los cristianos, esta concupiscencia, esta inclinación al pecado, viene dada del pecado original por nuestros primeros padres. Pero incluso los que no son cristianos pueden ver esta debilidad en sus propias vidas y en las vidas de los demás.

Es por esto que no es un proceso fácil y muchas veces requiere una guía para no caer en el desánimo ni en la falta de descernimiento. Una vez empezado el proceso debemos continuar adelante con esperanza. Es un proceso de descubrimiento y también de aprendizaje. Donde aprendemos cuales son las creencias erróneas y mentiras que nos hemos creído a lo largo de la vida. Puede que el proceso dé cierto miedo a lo que vamos a descubrir y las creencias a enfrentar.

Estas creencias muchas veces se han formado en la infancia o pueden ser el resultado de situaciones difíciles y traumáticas en nuestra vida. Son creencias como que no valemos nada, que no nos merecemos ser feliz, que siempre hacemos las cosas mal, que estamos solos, que nos merecemos el sufrir, que todo lo podemos por nosotros mismos.

Estas son las mentiras que el hombre ha estado creyéndose desde el principio de los tiempos. Debemos indagar hasta encontrar cuales son las nuestras que afectan nuestros sentimientos y acciones. En cierta forma son el gatillo que dispara nuestro ser.

En estas creencias erróneas podemos encontrar el origen de los pecados capitales: orgullo, ira, avaricia, lujuria, envidia, gula o pereza. Nuestras creencias dan lugar a estos estados del ánimo, a esas emociones. Para contrarrestarlos necesitamos desarrollar virtudes que son lo contraria a estos pecados, una vez que los hayamos conocido. Virtudes como la humildad, paciencia, generosidad, castidad, caridad, templanza o diligencia.

prayingSi es necesario, en nuestro Centro de Vidas Sanas podemos ayudar a descubrir esas creencias y mentiras que aparecen en los momentos de las emociones negativas. Y ver de dónde vienen, cuáles fueron sus orígenes. Al discernir cual fue el momento, sentimiento o situación que originó una percepción equivocada podemos vislumbrar como cambiarlo por una percepción correcta. No siempre ha sido un momento único en nuestras vidas, pero en nuestra experiencia la mayoría de la gente puede encontrar esas situaciones que les hizo pensar de una forma específica a partir de entonces.

Este en un proceso que requiere un tiempo y dedicación. Es un proceso de descubrimiento que tiene que venir al principio del proceso de cambio, para empezar a planificar el camino a seguir y las herramientas a utilizar en nuestro caminar a ser libres de estas creencias falsas, las emociones negativas que producen y lograr tener un comportamiento que nos haga más felices, y haga más felices a las personas que queremos.

Una vez que empecemos el proceso de discernimiento podemos vislumbrar una nueva vida y esa esperanza llevarnos a completar el proceso. Con esa dignidad que Dios nos ha dado, como sus hijos e hijas queridas, nos lo merecemos y deseamos. Empieza hoy mismo a ver cómo tus acciones hablan de tus sentimientos y pensamientos. Será el primer día de una vida más libre, más sana, más feliz y más santa.