En nuestro artículo anterior comentábamos como la soledad era un sentimiento subjetivo tan dañino para la salud como el fumar y más que la obesidad. Podemos sentirnos solos incluso rodeados de personas ya que viene de una carencia de intimidad. De llenar nuestra necesidad de ser amados y amar, de pertenecer a un grupo social, bien sea una pareja, una familia o una comunidad.

Es parte de nuestro entramado genético y como veíamos este sentimiento puede alterar nuestros genes y ser hereditario. Además es nocivo también para nuestros hijos que pueden heredarlo y tener un sentimiento de soledad en el momento más importante de su vida, cuando se cerebro se está desarrollando. Es en su infancia donde sus emociones y formas de ver la vida y lidiar con las dificultades se imprimen en su cerebro y en su carácter. Por eso si tenemos hijos o deseamos tenerlos, tenemos que vencer ese sentimiento que nos puede destruir y destruir a nuestra familia.

Todo comienza con un “no es bueno que el hombre este solo” en la Creación. Si no es bueno, ¿qué podemos hacer para no sentirnos así? Estas herramientas a continuación nos ayudarán a encontrar ese sentimiento de pertenencia tan necesario para vencer la soledad.

  1. Darnos cuenta que la soledad es un sentimiento: No es una actitud ni una situación física. Este primer punto es muy importante ya que tenemos que conocer a qué nos enfrentamos. Como sentimiento, es algo que puede comenzar de una memoria o un evento que nuestro cerebro intenta interpretar basado en nuestra forma de pensar.
  2. Cambiar nuestra forma de pensar: Muchas veces decimos que nuestra mente es un campo de batalla. Y es verdad. La forma como interpretamos las situaciones viene basada en nuestra experiencia y en nuestras creencias. Muchas veces estas creencias son erróneas e incluso pueden estar basadas en tentaciones. Tenemos que conocernos bien para ver cuál es nuestro patrón de pensamientos y cambiarlo.
  3. No confundir la soledad con una identidad de solitario: Es importante buscar ayuda para que no reaccionemos ante el sentimiento de soledad aislándonos de los demás y metiéndonos en nuestro propios pensamientos. Esto nos puede llevar a sentirnos aún más solos. Para ello recomendamos que si te sientes solo, o sola, acudas a algún líder de tu comunidad, a tu sacerdote o que saques una cita para que te podamos ayudar. Incluso debes de hacerlo en los momentos que empiece a nacer ese sentimiento de soledad disparado por nuestras experiencias y creencias erróneas. Podemos ayudarte a identificar los momentos antes de que ocurran.
  4. Darse cuenta de tus pensamientos negativos: Desde pequeños creamos historias negativas acerca de nosotros mismos para explicar las situaciones. De niños, si no estamos contentos creemos que es por algo que hemos hecho mal. De mayores ocurre lo mismo. Tenemos que conocernos bien y conocer nuestra dignidad otorgada por Dios como sus hijos, para darnos cuenta cuando nuestros pensamientos se vuelven negativos. Aunque la falta de intimidad sea real, cuando ésta se vuelca en pensamientos contra nosotros mismos nos daña nuestra estima. Con la práctica podemos aprender a ver cuándo nuestros pensamientos se tornan dañinos y como en una película a cámara lenta pararlos antes de que ocurra.
  5. Observar los mecanismos que nos producen la soledad: Debemos de empezar a descubrir cuáles son las situaciones, personas, lugares, fechas y pensamientos que nos produce este sentimiento. Si podemos, deberíamos apuntar en un diario estos mecanismos que hay cuando nos sentimos solos. Poco a poco nos iremos viendo el patrón que produce nuestros sentimientos.
  6. Tener un plan para luchar contra la soledad: Cuando se ha convertido en un hábito este sentimiento de soledad tenemos que tener un plan en los momentos que aparece. Es reemplazar un hábito por otro hábito. Cuando empezamos a sentirnos solos podemos tomar una acción que nos cambie el sentimiento. Debería ser una acción relacionada con el mecanismo que nos produce la soledad. Por ejemplo, puede ser buscar a una persona específica, hablar con alguien por teléfono, leer un pasaje de la biblia que nos recuerde de nuestra dignidad y el amor de Dios por nosotros, ir a un centro de nuestra comunidad. Cada uno tenemos que elegir un hábito que funcione.
  7. Buscar otras personas para compartir: Hay muchos grupos en nuestra comunidad e iglesias que comparten nuestros intereses o que tienen algo en común con nosotros. Debemos encontrarlos para poder recurrir a ellos cuando necesitemos. No es para huir del sentimiento ni de la situación que lo produce. Es necesario enfrentarnos a ello, pero no lo tenemos que hacer solos. Esa necesidad de intimidad la podemos también recibir de las amistades que formemos. En nuestro Centro de Vidas Sanas vemos como las personas que empiezan grupos o vienen a talleres forman amistades que les apoyan en los momentos de soledad. Nuestros desayunos de Mujeres de Paz sirven para esto mismo también.
  8. Servir a los demás: Un espíritu de servicio, de caridad a los demás ayuda a no estar siempre enfocado en uno mismo, en nuestros sentimientos. También nos ayuda a darnos cuenta de nuestras bendiciones y de los sufrimientos de los demás. De esta forma podemos también ver que no somos los únicos que sufren y que somos todos parte del cuerpo doliente de Cristo. En nuestra organización siempre tenemos oportunidades de voluntariado y lo mismo en las iglesias. Pero es algo que también podemos hacer desde nuestra casa, haciendo una oración por los necesitados o cuando vamos por la calle.
  9. No cancelar reuniones con otros: Es más, deberíamos buscar ocasiones para ser más sociales, siempre y cuando no usurpen nuestras responsabilidades de familia, trabajo y comunidad. Cuando nos sentimos solos es fácil querer cancelar reuniones para no sentirnos juzgados o por falta de energía. Esto nos puede llevar a sentirnos peor todavía. Si nos conocemos podemos tomar estas oportunidades para salir de nuestros sentimientos negativos. Además estas reuniones son una oportunidad de servir a los demás prestándoles atención y no estando enfocados nada más en uno mismo. Nos permiten dar nuestra generosidad de tiempo y presencia a la vez que recibir el afecto de los demás.
  10. Ser constante: Cada día podemos tomar una acción que nos avance en dejar de sentirnos solos. No tienen que ser grandes acciones, al contrario siempre recomendamos que sean pequeñas cosas que podamos hacer todos los días con gran amor. Y estas acciones deben de ajustarse continuamente para que se adapten a nuestras necesidades del momento. Si hay un grupo al que vas que no te gusta o no te sientes apoyada, en vez de continuar yendo, lo que te haría sentirte cada vez peor, busca otro grupo. Si el nuevo hábito que has formado deja de ser útil, busca otro. Esta es la ventaja de hacer cosas pequeñas, que podemos ir adaptándolas hasta que sean las mejores para nosotros.
  11. Resolver los asuntos del pasado: En nuestra experiencia la mayoría de la gente que se siente sola, no por una cuestión física, es debido a asuntos sin resolver del pasado, muchas veces de la niñez. Veíamos que la soledad es algo que se transmite de padres a hijos, genéticamente y también socialmente. Cuando de niños nos sentimos solos porque nos falta el amor, el sentido de tener a alguien íntimo junto a nosotros, podemos llevar ese sentimiento toda nuestra vida, incluso hacerlo crecer y desarrollar creencias erróneas por ello. Y aunque intentemos taparlo con relaciones vacías y otros tipos de medidas a medias, mientras no lidiamos con la causa es difícil liberarnos de ello. Nuestro Proceso del Perdón está diseñado específicamente para este tipo de situaciones tan comunes en nuestras familias.
  12. Resolver la situación que produce la falta de intimidad: Hayamos o no hayamos aprendido de pequeños a tener un sentido de intimidad positivo, es posible que hoy día no lo encontremos tampoco en las personas que hay en nuestro alrededor. Vemos a muchas parejas que sufren de ello. Muchas veces es porque no han aprendido a darse por completo a la otra persona o porque llevan sufrimientos que les impiden compartir esa intimidad. Tenemos que trabajar en conocernos mejor y ayudar a que los que están a nuestro alrededor se conozcan bien para juntos lidiar con este sentimiento. De esta forma podremos resolver la situación que nos lo produce y que produce la soledad en los que están a nuestro alrededor.

Estas herramientas empiezan por darnos cuenta que siempre tenemos la intimidad de quien nos ha creado y que nos ama siempre, Dios. Esta es nuestra fuente de dignidad y de intimidad. Siempre podemos acudir a El para no sentirnos solos. Con Dios como nuestro centro es que podemos empezar a conocernos mejor y conocer los mecanismos que dan lugar a nuestra soledad para poder poner estas herramientas a funcionar. Además, no tienes que hacerlo sola. Intégrate a uno de nuestros grupos, talleres o conferencias y comparte con otras personas como tú.