Este es el título de un libro que salió años atrás y que viene en mente a raíz de un estudio que muestra que los niños que son gorditos para los 5 años tienen muchas más probabilidades de ser obesos de adultos. Y entre la población hispana, al menos en Estados Unidos, el índice de niños pequeños obesos o con sobrepeso es mayor que en otros grupos y afecta a casi uno de cada dos niños.
Es sin duda algo alarmante ya que se sabe que la obesidad adulta genera un sinfín de enfermedades y lleva a una muerte temprana. Y estas enfermedades, como la diabetes, cardiovasculares, hipertensión, depresión, trastornos del sueño, dolores continuos y otras que van atadas a la obesidad dificulta la vida a las personas que las padecen. Además de ser muy costosas y bajar la productividad del paciente.
Es decir, cuando permitimos o incluso animamos a que nuestros hijos tengan sobrepeso o sean obesos, les estamos condenando a una menor calidad de vida, a unos gastos médicos más del doble que sin enfermedades, a ganar menos en el trabajo y a una muerte temprana.
Si preguntamos a unos padres si quieren esto para sus hijos, ninguno querría esto. Todos queremos lo mejor para nuestros hijos. Sin embargo, no siempre lo hacemos. “Del dicho al hecho hay un trecho”, se decía antes.
Y ¿por qué es esto? Quizá no es tanto por falta de conocimiento de que la obesidad es mala. Nos lo dicen continuamente los doctores e incluso lo vemos en las noticias. Si no más bien por falta de cómo llevarlo a la práctica. No es fácil cambiar hábitos de conducta en otros ya que tenemos que empezar a cambiarlos en nosotros mismos. Y esto es aún más difícil.
La obesidad de los hijos está directamente relacionada con la obesidad de los padres. Por lo tanto, para que ellos bajen de peso, tenemos que empezar a hacerlo nosotros. Y debemos de empezar pronto, cuando los hijos tienen menos de 5 años, ya que si tienen sobrepeso la mayoría de ellos serán obesos de adolescentes y adultos.
La solución empieza por nosotros, los padres. Y sin nosotros, casi no hay solución. Por eso en Vidas Sanas estamos preparando un programa con nuestros doctores que involucra a los padres para reducir la obesidad de los hijos y de nosotros mismos.
Hay tres factores de riesgo principales para la obesidad infantil según dicen los expertos. Y los 3 factores pasan por los padres:
- Falta de dormir las horas recomendadas: Dependiendo de la edad, un niño debería de dormir unas 11 ó 12 horas al día. A los 5 años que es cuando empieza la escuela eso implica que por lo general para las 7 de la noche, el niño tiene que estar en la cama. Y esto es algo que solamente los padres lo podemos controlar. Si permitimos que no duerma las horas que necesita, estamos poniéndole en riesgo de sobrepeso.
- Padres con sobrepeso u obesidad: Si nosotros mismos tenemos sobrepeso, es más común que los hijos lo tengan. Por ello, debemos de intentar bajar de peso si lo necesitamos. No solamente por el hecho de dar un buen ejemplo, sino también por la forma de vida que el bajar de peso conlleva para la casa.
- Falta de restricciones en la alimentación infantil: Esto viene muy atado al punto anterior. Ya que si nosotros mismos seguimos una dieta desequilibrada que nos lleva al sobrepeso, difícilmente podemos exigir lo contrario a nuestros hijos. Aunque tenemos, o debemos de tener, el control de lo que comen o no por nuestra autoridad como padres, si no ejercemos ese control para nosotros mismos, no lo vamos a hacer para ellos. Y ese control por lo general empieza en la cesta de la compra. A la hora de comprar miremos que llevamos a casa y que cocinamos. Y como veíamos en el artículo anterior, si llevamos muchos azúcares añadidos nuestro peso va a subir sin duda.
La solución no es fácil pero empieza por nosotros y empieza por modificar estos 3 factores de riesgo y nuestros hábitos en cada uno de nosotros y en nuestra casa. ¿Por qué no empezar hoy mismo?
Si necesitas ayuda para cambiar tus hábitos o los de tus hijos, no dudes en contactarnos. Gracias.
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